lunes, 6 de septiembre de 2010

Cumpleaños

La afición al fútbol llegó tardía pero gracias a Dios llegó. Hubiese sido demasiado si a las muchas peculiaridades del niño tímido, introvertido y solitario se hubiese sumado el estigma de además detestar el fútbol. Era así al principio pero en algún punto dejó de serlo. Por supuesto, y como no podía ser de otra forma con semejante protagonista, lo blanco se tornó negro y el cero se hizo uno. La indiferencia se transformó en obsesión y la falta de interés pasó a vestirse del precioso traje púrpura que suelen llevar puestas las ganas de aprender.

Los muy profanos no serán capaces de comprobarlo pero los partidos de recreo en los primeros años de la EGB no eran precisamente ese tablero cartesiano en el que se han convertido los campos de fútbol profesionales. Entonces lo importante era fundamentalmente (y casi exclusivamente) tener la pelota y golpearla por fuerza así que nunca tuvo claro que posición debería ocupar en el campo. Tampoco tenía muy claro entonces cuales eran las posibilidades. Con seis o siete años descubrió sin embargo que los once números de un equipo de fútbol (antes los jugadores titulares siempre llevaban números del 1 al 11 exclusivamente) correspondían con una posición concreta. El 2 lateral derecho, el 3 lateral izquierdo, el 4 central,… Fue entonces cuando decidió que su posición sería aquella que marcase la edad que tenía en ese momento y de esa manera paso felizmente por ser interior derecha (8), delantero centro (9), cerebro (10), extremo izquierda (11)…

Entonces cumplió 12 años y se dio cuenta de dos cosas. La primera es que el 12 lo llevaba un jugador reserva lo que fue motivo para asimilar que también existía la posibilidad, nunca antes planteada, de no llegar a ser una estrella mundial en eso del fútbol. Lo segundo es que se dio cuenta definitivamente de algo que ya sospechaba: no le gustaba el día de su cumpleaños.

Cuando cumplió 24 supo que ya ni siquiera entraba en la convocatoria para un mundial.

Hoy, tiempo después, sigue cumpliendo años pero sigue sin gustarle ese día. Menos, incluso.

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