jueves, 12 de mayo de 2011

Bratislava

El agua era de tomos parduzcos. Sin glamour, sin brillantez. Agua a secas. Mucha pero agua. La misma agua que unos años antes había marcado un máximo histórico en las inundadas calles de Bratislava como bien indicaba una señal homenaje en una pared del centro. El moderno puente que cruzaba el Danubio contrastaba con el modesto traje post-comunista de una ciudad que despertaba al mundo conocido pero que lo hacía de espaldas a las veleidades del turismo. Al otro lado del Danubio una vergel salvaje sin cuidado ni ciencia. Una cabaña de maderas, cerveza y muchos jóvenes comunicándose entre estridentes ruidos de rock duro que salían de un improvisado y potente equipo de música con los tonos de bajo desatados.

El recorrido era todos los días muy parecido desde la residencia de estudiantes hasta la estación del tren. El objetivo era la intolerante y soberbia Viena pero el corazón se quedaba todos los días en casa. En Bratislava. Un sitio extraño para sufrir una infección bucal pero un sitio cinematográficamente perfecto para hacerlo. Gente encantadora, trato exquisito, solución rápida y gratuita, crisol de anécdota infinita para el resto de tus días. ¿Qué español sin seguro se ha puesto enfermo en el primer año de vida de la República de Eslovaquia?

Y como centro telúrico, como referencia, el restaurante. El sitio cuya única camarera era una réplica ajada de la mítica Jenifer Rush. El sitio que podía estar totalmente vacío o totalmente lleno en cuestión de horas. El sitio que nunca recordaré como descubrimos pero al que siempre fuimos fieles. El sitio en el que jamás entendimos una sola palabra de lo que decía el menú y en el que comimos cosas que nunca sabremos lo que eran. “Polievka” decíamos convencidos de que aquello era sopa de pollo. No. Polievka era sopa, a secas. ¿” Pečeň”? (léase “pechen”) preguntamos con ingenuidad. Jenifer se echó la mano a su contundente seno moviéndolo tímidamente hacia arriba. Pegucha, pensamos enseguida. No.

No reparamos entonces en los efectos del tiempo y en que la contundencia e historia de los pechos de Jeniffer hacían que los mismos escondiesen todo lo que había debajo. Hígado. Pečeň era Hígado. No recuerdo quién tuvo que comérselo.

0 comentarios: