martes, 14 de diciembre de 2010

La soledad del corredor de fondo

Nunca he sabido si la falta de palmadas en la espalda era por una evidente muestra de que no las necesitaba o porque sinceramente no las merecía. Nunca he sabido si la falta de palabras de aliento venían por una supuesta sensación de no ser necesarias o de si lo que realmente merecía era precisamente todo lo contrario. Nunca he sabido si la escasez de elogios eran consecuencia de una errónea sensación de ya haber recibido demasiados, eso de unos por otros la casa sin barrer, o que realmente el elogio que yo estaba esperando debería ser en realidad una feroz crítica a la línea de flotación. Nunca he sabido si las palabras de aliento sustituidas por frases despectivas aparentemente cargadas de ironía realmente estaban cargadas de esa ironía o era una doble ironía que lo dejaba todo tal y como sonaba.

Conocía la extraña sensación de sentirse solo cuando estás rodeado de personas pero no termino de acostumbrarme a eso de que nadie tenga a bien echarme una manta por encima cuando hacer frío. Especialmente cuando yo ni siquiera debería estar allí.

En cualquier caso siempre fue así. Siempre lo ha sido. Con unos y con otros. Conmigo.

Ayer también.

No termino de acostumbrarme pero me temo que es así.

0 comentarios: